Jimena Barrantes
Con el pasar del tiempo la tecnología continúa superándose a sí misma. Con cada salto tecnológico, la industria del entretenimiento avanza a la par. La animación es uno de los medios que más se beneficia de los avances tecnológicos: animación 3D, CGI, modelos digitales, etc. Cada vez es más difícil para la animación tradicional ponerse a la par de la innovación; aún si continúan siendo los favoritos de todos, y una muestra única de talento y arte. Bajo el régimen de películas hollywoodenses con presupuesto ilimitado y toda la tecnología disponible, la técnica del stop-motion se acerca paso a paso al olvido.
El stop-motion consiste en simular el movimiento de un objeto mediante una serie de imágenes consecutivas. Cada cuadro es el resultado de un movimiento manual de los objetos por la mano de un animador. El material más común para crear los personajes y elementos de la película es la plastilina o la arcilla moldeable, pero la diversidad de materiales puede ir hasta tizas, arena, recortes de papel o marionetas.
Una de las ventajas del stop-motion es el poder replicar por completo el movimiento tridimensional de los personajes, logrando un acabado completo donde cada pieza puede moverse de manera independiente y continuar conservando la misma calidad de los moldes. Tiene una apariencia única y artística, y es un reflejo de la mezcla de artes.
Desde la creación del stop-motion en 1898, éste se ha beneficiado enormemente de las técnicas de camarografia e iluminación, pues permiten la ilusión de movimientos más fluidos y escenografía más completa, pero esto no fue suficiente para vencer al nuevo titán de la animación: Toy StoryTexto de ejemplo
La llegada de la animación 3D revolucionó por completo el medio, intentando seguir los vestigios de la película animada más exitosa del momento. PIXAR se posicionó en la cúspide del mundo de la animación, y creó un estándar de cómo deberían verse la películas animadas, y, más importantes, la ganancia que se podía obtener de ellas. Películas críticamente aclamadas como Coraline, A Nightmare Before Christmas, James and the Giant Peach, The Brides Corpse y Isle of Dogs, muchas de estas no han generado las suficientes ganancias -o reconocimiento oficial- como para considerarse “exitosas”.
Con PIXAR y Disney dominando perpetuamente las salas de cine y los premios a películas animadas, estudios más pequeños como Laika Entertainment, dedicado a crear en su mayoría animación stop-motion con películas como Coraline, Paranorman, Kubo and the Two Strings se han visto opacados y menospreciados por la academia y el público, considerándose obras “inferiores” o “no tan llamativa”, pues las nuevas generaciones jamás han conocido algo diferente a Disney y el CGI.
Incluso directores altamente aclamados como Wes Anderson con su película, Isle of Dogs, se han visto opacados por otras películas animadas 3D. Parte de que esta película no alcanzara el éxito esperado se debió a que esta fue dirigida al público adulto, pero la aversión de muchos adultos a la animación, vista como un medio infantil, le restó atención a lo que en otras circunstancias hubiera sido la película animada más aclamada del año.
El stop-motion no solo es tradicional, o incluso considerado viejo, también es un proceso costoso y exhaustivo. Cada tres segundos de animación consiste en aproximadamente 40 fotogramas. Cada personaje, fondo, prop, y vestuario tiene que ser cuidadosamente moldeado por múltiples artistas para lograr un molde que pueda moverse, simular parpadeos, respiración, y movimiento natural.
Nuevas tecnologías han permitido que el stop-motion acceda a un nuevo nivel de calidad. En 2016 el estudio Laika Entertainment lanzó Kubo and the Two Strings, con personajes construidos sobre esqueletos versátiles creados con impresoras 3D y construcciones de casi tres metros de alto para dar la verdadera ilusión de fondos interminables y monstruos gigantes. La creación de los esqueletos representó una revolución para el stop-motion, al punto de llegarse a considerar un posible regreso de este arte, pero, nuevamente, Disney y PIXAR acapararon los premios que, casi por simple costumbre, les pertenecen.
A pesar de haber sido críticamente aclamada, no logró recaudar lo suficiente para considerarse mínimamente exitosa, al contrario. Guiándose únicamente de las ganancias netas, la película fue un fracaso financiero, considerada simplemente “otra película para niños”, y continuó ignorada hasta aterrizar en la plataforma de Netflix un año después, donde su éxito aumentó, pero no a tiempo.
Cada vez son más escasos quienes se arriesgan a crear obras stop-motion en favor de la animación 3D o el CGI. La baja probabilidad de éxito financiero ahuyenta a los aficionados a la animación tradicional, pues la mayoría de los estudios no están dispuestos a invertir más de lo normal en una película de calidad que, probablemente, gane menos que la película 3D más simple del mundo.
El arte viene y se va, y el tiempo parece estar arrastrando al stop-motion al olvido. Solo queda esperar que un éxito inesperado voltee los ojos nuevamente a este arte, y logremos salvar uno de los métodos de animación más únicos.
FUENTES:
“Stop Motion Animation: A Brief Story”, John, LibraryPoint, 2019“The History of Stop Motion: In a Nutshell”, StopMotion Magazine, 2016“The Evolution of Animation”, Jaime, Fudge Magazine, 2018“El Complicado Proceso de Crear Stop Motion”, Marín Eduardo, GIZMODO, 2016