Por Alex Robledo y Marco Coutiño
Este 14 de mayo se celebra el cumpleaños número 50 de la directora Sofia Coppola. En el equipo de Dispersa se busca cualquier excusa para hablar de su carrera, así que hoy entraremos en detalle a su filmografía, analizando su estilo y cómo este ha sido emblemático en la historia del séptimo arte.
Las vírgenes suicidas (1999)
Basada en el libro de Jeffrey Eugenides del mismo nombre, la historia envuelve a cinco hombres recordando a cinco hermanas enigmáticas que sufrieron un destino trágico.
Las vírgenes suicidas nos adentra al estilo característico de Coppola, una afinación a personajes “atrapados emocionalmente” por sus circunstancias e incomprendidos por las personas que los rodean.
Las hermanas Lisbon son puestas en un pedestal de criaturas mágicas, pero al descubrir que son humanas como nosotros pierden la idealización que se les ha puesto. The male gaze es visto a través de una directora, añadiendo más a la historia en vez de contrarrestar el peso de la novela.
El trabajo de Coppola no contiene grandes cantidades de diálogo, ella prefiere mostrar el estado emocional de sus personajes por medio de su cinematografía y su posición en el marco de la cámara; por eso se ha considerado que sus películas son “lentas” o “demasiado aburridas” para el cine comercial. Es cierto que sus películas contienen un ritmo menos acelerado de lo que estamos acostumbrados, pero si damos la oportunidad de apreciar las sutilezas en su dirección y una forma distinta de ver a personas en la pantalla, podemos descubrir una parte de nosotros que no creíamos que existía, en el caso de las vírgenes suicidas es una nostalgia tóxica.
Siendo su primera película, Sofia Coppola logró lo que muy pocos directores alcanzan en su carrera, además nos brindó el dúo dinámico junto con Kirsten Dunst que ha sido la actriz con la que más ha colaborado.
Perdidos en Tokyo (2003)
Perdidos en Tokyo, título que también se “perdió en la traducción”, reúne a Bill Murray y Scarlett Johansson en una historia de re-descubrimiento en un Japón moderno.
El estilo de Coppola encaja perfectamente con la historia de ambos personajes; Charlotte y Bob están en una prisión de sus propias decisiones, sintiéndose alineados de un país el cual resulta extraño para ellos y de personas que no sienten ninguna conexión. Es hasta que se conocen que la película comienza a tener un tono más dinámico y ambos personajes comienzan a divertirse. A pesar de que ninguno menciona su nombre, ambos lograron conectar en su estado actual y ayudarse a seguir con su camino en la vida.
Perdidos en Tokyo no funcionará sin la química de Murray y Johansson, ambos dan grandes actuaciones mezclando la melancolía y absurdidad de su vida. Coppola no le interesa los grandes momentos dramáticos, donde el personaje grita su monólogo a la cámara para obligarnos a sentir algo, ella deja que la naturalidad de la historia y de sus personajes tome el punto central, enfocándose en silencios y miradas.
Técnicamente la película abraza a Tokyo, aprovechando todo su paisaje para dar una cinematografía hermosa.
Un punto que creo que es importante para mencionar es el fantástico soundtrack que realza cada escena; Coppola tiene un gran gusto musical que no se entromete en la historia y esto se puede ver en toda su filmografía.
Coppola fue la tercera mujer nominada a mejor directora en los óscares y ganadora del premio de mejor guión adaptado, así mismo Bill Murray fue nominado a mejor actor y desde ese momento un frecuente colaborador de la directora.
María Antonieta (2006)
¿Por qué Coppola propone un retrato de María Antonieta carente de purismo? Con los títulos al ritmo de “Natural’s Not in It” de Gang of Four y un soundtrack en su mayoría new wave más que acertado, combinado con el periodo barroco, pareciera que quiere vincular ese pasado con nuestro presente, y establecer las relaciones con la sociedad de aquella época. O sea, humanizar a los involucrados. Porque esta María Antonieta utiliza Converse, baila canciones de Siouxsie and the Banshees y le interpretan composiciones los miembros de Phoenix.
En su ejercicio se centra en la persona detrás del mito: María Antonieta se encuentra en un mundo ajeno, desconocido, uno que debe aprender a dominar —no sin antes ser dominada por él—; por ello, Kirsten Dunst —en una de sus mejores interpretaciones— muestra a una chica de buen corazón, aunque frívola y entregada a los placeres de la realeza. La dirección de Coppola no pretende juzgarla, sino analizarla y comprenderla; así, se examina la gestión del régimen, la inevitabilidad del hedonismo y el por qué de tanto lujo y derroche.
María Antonieta, proveniente de Austria, se distanció de su familia a los 14 años para casarse con el entonces heredero francés y así establecer una relación de amistad entre ambos pueblos. En su vida como consorte, hizo lo que cualquier adolescente con la monarquía a su servicio hubiera hecho, y la película lo entiende.
La producción gozó de un acceso sin precedentes al Palacio de Versalles y de un precioso vestuario de la mano de Milena Canonero que resultan otros protagonistas por sí mismos en este mundo de tonalidades pastel.
Para mí, un film que mejora con cada visionado.
Somewhere (2010)
Su cuarta película, ganadora del León de Oro en Venecia, se centra en el vacío existencial de una estrella de Hollywood hasta que la llegada de su hija reactiva una conexión con la vida real. Inquietudes ya vistas a lo largo de su filmografía y ahora una perspectiva que apuesta por lo semidocumental sobre un personaje aislado y en el vínculo paternofilial —tal vez recuerdo de su propio padre— como enfoque cotidiano.
La película tiene características similares a Perdidos en Tokyo, pero no logra la misma reputación que está, la crítica se debe al “exceso” de tomas estáticas y una repetición de escenas que tienden a ser redundantes. Otros defienden las decisiones narrativas y técnicas de Coppola, justificando que el punto de Somewhere es la monotonía de una estrella de Hollywood y los efectos que tiene en su vida.
Sin importar el bando en que uno se encuentre en la película, Somewhere brilla cuando se enfoca en la relación honesta de padre e hija, otro aspecto importante para Coppola.
Ladrones de la fama (2013)
Una historia basada en hechos reales sobre The Bling Ring, un grupo de adolescentes que robaron los hogares de distintas celebridades. Una mirada a lo que significa querer más en un contexto principalmente económico y mediático. El culto hacia la celebridad y lo superfluo de sus vidas como el máximo anhelo, el obscuro objeto del deseo y la complicidad entre la banda criminal y el espectador por un sistema mitómano sensacionalista.
Coppola se enfoca en mostrar todo el estilo de nuestros personajes superficiales, increíbles tomas, en especial la de una casa que asemeja a una casa de muñecas, músical cool y vestuarios que podrían mantener económicamente a un pueblo pequeño; esta decisión fue un arma de doble filo, la mirada distante de Coppola no funciona en estos personajes superfluos que no tienen nada de interesante.
Siendo una película controversial, algunos la aman con fervor otros no tanto, es cuestión del espectador que llegue a su propia conclusión.
A very murray christmas (2015)
El especial de navidad de Bill Murray hace homenaje a los programas que fueron popularizados en los sesentas y setentas, ofreciendo números musicales y una narrativa de comedia con tonos melancólicos alrededor de la festividad. Aunque se considera un trabajo menor en la carrera de Coppola, la película logra entretener con el carisma de Bill Murray.
El seductor (2017)
El seductor está basada en la novela del mismo nombre del autor Thomas P. Cullinan, que a su vez fue adaptada en una película de 1971 protagonizada por Clin Eastwood. La trama se enfoca en la guerra civil estadounidense, y cómo un soldado confederado altera las dinámicas de una escuela para mujeres.
Esta es la versión de una película de acción y suspenso a la Sofia Coppola, aunque hay una narrativa más estructurada y más diálogos para explicar la historia, el aire de melancolía se amplifica en la introspección de cada uno de los personajes y los roles que cada uno juega y está dispuesto a cambiar.
A manos de Coppola, la historia dedica más tiempo a sus personajes femeninos, dándoles personalidad y complejidades, tampoco es que el personaje de Collin Farrell pierda toda sustancia, en absoluto, sólo que el rol de objeto de deseo es puesto en él, haciendo un cambio en el género de sex-exploitation. Coppola tiene la gracia de no cosificar a nadie, pero mantener la tensión erótica entre mujeres adultas que no han visto un hombre en años y viceversa.
Una controversia que tuvo la película es la eliminación de un personaje esclavo (Mattie) de la historia; la justificación de Coppola fue que no se sentía cómoda mostrando a un estereotipo de esclava negra, porque creyó que sería “insultante” mostrar esa historia desde una perspectiva blanca. “Mi decisión de no incluir a Mattie viene de respeto”. El lado contrario de la controversia condena esta decisión al “borrar un aspecto de la historia americana” y la decisión fácil de no manejar temas complicados de ese período. Mal si lo haces, mal si no lo haces. Este tema queda abierto para el debate y diálogo por si quieren discutirlo en los comentarios.
El seductor le dio a Coppola la palma de oro de Cannes a mejor director, la segunda mujer en lograrlo, y mostró su versatilidad en saltar en diferentes géneros cinematográficos.
En las rocas (2020)
En su primera colaboración con A24 y su tercera con Bill Murray, Coppola da un salto definitivo hacia la comedia ligera —no exenta del drama— tras una filmografía marcada por un humor un tanto sarcástico.
La trama sigue a una escritora que reconecta con su padre, un playboy de cierta fama, a través de una serie de aventuras situadas en Nueva York. Su ejecución recuerda a Perdidos en Tokio por los protagonistas —un hombre mayor y una mujer mucho más joven, ahora padre e hija—, el manejo de las relaciones interpersonales y la ciudad como otro personaje.
Laura se siente dudosa de su vida, con un vacío que no le permite avanzar con su siguiente libro y la sospecha de que su esposo la engaña. Félix, un don Juan de ocupación, convencido de sus instintos le propone seguirlo para descubrir la verdad.
La directora ha dicho que es su película más personal y que tomó elementos de la relación con su padre —Francis Ford Coppola, director de El padrino—; sin necesariamente ser una biopic, recalca la importancia de la comunicación como factor clave en los distintos vínculos humanos.
El fondo neoyorquino capturado es similar al de Woody Allen: aquel lujoso y privilegiado, el de las calles vibrantes y los rascacielos nocturnos, el que hoy más o menos se está recuperando debido a las circunstancias pandémicas. Por otro lado, la banda sonora synth pop —compuesta por Phoenix— es el complemento perfecto que sigue las acciones de nuestros personajes.
Al final, Coppola sabe construir atmósferas centradas en el cómo: tramas sencillas —casi anecdóticas—, con matices y texturas palpables. Si bien, su guión resulta gracioso debido al carisma de Rashida Jones y de Bill Murray, también nos permite reflexionar sobre la naturaleza del amor y del deseo. Conversaciones contemplativas que nos invitan a la introspección.
Sofia Coppola sabe cómo transformar una imagen en una historia, y en su atención al detalle, el mensaje que cada trabajo quiere transmitir. Dirija una atmósfera lenta, sutil o matizada, sus mundos cinematográficos resultan visibles desde cualquier ángulo, sea desde la propia construcción visual o de los conflictos de sus habitantes, ello permite una mejor comprensión de las sensibilidades de su creadora.