23 Mar
23Mar

Por Alex Robledo

El 18 de marzo del presente año pasó a la historia como el día en que el mítico corte de Zack Snyder se estrenó en diferentes plataformas de streaming. Hasta 2019 no era más que un rumor: una película tan esperada —existiera o no— que restaura la visión original del director, e ignora la deleznable versión que Warner Bros. le confió a Joss Whedon, responsable de The Avengers y su primera secuela, para apelar a un público mucho más amplio.

El Snyder Cut, con sus 242 minutos de duración, ahonda en la superficie de la cinta estrenada en noviembre de 2017: tras el sacrificio de Superman; Batman y Mujer Maravilla reúnen a un grupo de superhéroes —Cyborg, Flash y Aquaman— para combatir la inminente amenaza que pretende apoderarse del planeta.

Hasta aquí es lo único que comparten; visualmente, el primer cambio ocurre desde el inicio, su relación de aspecto 4:3 —las barras laterales— permite una imagen mucho más amplia y una posible proyección en IMAX. Sin embargo, el cambio más importante es que su narrativa se toma el tiempo para explicaciones, punto por punto.

Desde un inicio, Snyder dijo que Cyborg sería el corazón de la historia y lo es; el personaje es central dentro de la trama debido a una conexión personal con el villano y porque funge como catalizador emocional. Un arco más sensato y justo tanto para Ray Fisher, el actor que lo interpreta, como para la audiencia. 

El tratamiento de Mujer Maravilla también es diferente: se recupera su personalidad esperanzadora e inspiradora que proviene de los cómics y de su película en solitario. Aquí es la superheroína que busca hacer del mundo un mejor lugar, la guerrera amazona que puede vencer a unos terroristas en segundos, y la persona bondadosa que le asegura a una niña que puede ser lo que ella quiera cuando crezca. El corte de Snyder permite que Diana Prince sea una persona, y no el objeto que Joss Whedon propuso bajo su mirada masculina y se le permitió dejar. En la vida real, el director ha sido señalado en testimonios #MeToo y actualmente está bajo investigación sobre lo ocurrido en el rodaje de aquellas escenas que reescribió.

Texto de Desde las publicaciones en redes sociales sobre su corte, Snyder mostró el traje negro de Superman, ello cuando resucita y regresa con el equipo. Se restaura la lógica, la acción, y lo reconfortante del momento; a la par que se elimina la controversial boca digital —debido a otra película, Henry Cavill no podía rasurarse y le borraron su barba con CGI— y se restablecen las dinámicas con Lois Lane y Martha Kent.

Batman también recibe una mejor caracterización, parte de la visión original que remueve todo el humor idiota que se volvió a grabar. En el caso de Alfred Pennyworth, tiene más interacciones con los demás miembros y un quehacer dentro del plan para salvar el planeta.

Por su lado, sorprende el cuantioso material repuesto sobre Aquaman y que conecta con su película individual —recordemos que ocurre después de  La liga de la justicia—; asimismo, conocemos a Mera y a Vulko, personajes importantes para su subsecuente desarrollo.

En cuanto a Flash, si bien es el bufón del grupo, afortunadamente eliminaron todos los chistes tontos que Whedon escribió —producto de un humor específico y desagradable— y se agregó una breve historia de origen que conecta con su próxima película en solitario.

El villano principal y rediseñado sigue siendo Steppenwolf, un extraterrestre que busca unos artefactos que le prometen el control del universo a su jefe —y sobrino— Darkseid, la mente maestra detrás del ataque. A la vez que conocemos la historia del gran malvado y sus motivaciones, cuando solo fue mencionado en la versión del cine.

Otro cambio es la violencia y el lenguaje, resultado de la completa libertad creativa y también como marca del propio autor quien se encargó de las adaptaciones de 300 (2007) y Watchmen (2009). Asimismo, se despide del tono ligero para presentar lo que narrativamente está en juego.

Referente al clímax, difiere al de 2017. Si bien nuestros superhéroes se enfrentan a Steppenwolf —y por ende, a Darkseid—, la manera en que se resuelve es distinta. Así, algunas adiciones interesantes resultan de la mano del Guasón de Jared Leto, Deathstroke interpretado por Joe Manganiello —quien sería el villano en la película cancelada del Batman de Ben Affleck—, y lo mejor, en mi opinión, el debut cinematográfico del Detective Marciano. Sin arruinarla para quienes todavía no la ven, el final es mucho mejor e impactante para bien. Con ganas de más.

El Snyder Cut está mejor montado, mucho mejor explicado y con una historia mucho más redonda que parte de un guión coherente y cohesivo. Todo ello cortesía de un director con un cariño inmensurable hacia los personajes y con la necesidad de terminar la historia precedida por El hombre de acero (2013) y Batman vs. Superman (2016).

Cuatro horas divididas en seis partes y un epílogo que el realizador aprovecha al máximo para entregarle a los fans de DC Comics —y por qué no, a los fans de su trabajo— una experiencia sin igual que cumple lo que #ReleaseTheSnyderCut prometió desde un inicio.

Porque resulta eso, una película por y para los fans: para quienes detestamos la abominable versión de Joss Whedon, para quienes sabíamos que en algún baúl existía un montaje distinto, para quienes queríamos la visión sin compromisos de Snyder. Una oportunidad de poder disfrutarla tal y como debió haberse estrenado en su momento.  

En fin, #RestoreTheSnyderverse.

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