Por Marco Coutiño
David Robert Jones, conocido por los compas como David Bowie, fue un artista, músico, compositor, actor, musa para muchos, leyenda para todos. Es obvio que nunca conocí al David pero aún así su muerte me afectó más de lo que creía imaginar. Es raro cuando un hombre encarna el símbolo de un alienígena multifacético para que luego llegue la muerte y te recuerde la mortalidad de todos los seres que caen en la tierra. Aún de no haber compartido ningún momento cara a cara, él pudo comprenderme mejor que muchas personas que he conocido. Eso es la magia de la música, cuando un artista te da la mano y te dice, sí se como se siente eso, no estás solo.
Ese momento pasó cuando escuché Life on Mars? Dentro de mis entendimientos de pre adolescente, tenía una idea de lo que era David Bowie, pero no le había puesto la atención debida, pero al estar buscando nueva música en un Youtube sin anuncios, un hombre que parecía mujer en un traje celeste capturó toda mi atención. El video muestra a David Bowie cantando una balada de piano en un fondo blanco, pero a pesar de su simpleza, los resultados son cómo si un meteorito se hubiera estrellado en tu pecho. Sigo creyendo que lo que eleva toda esa canción es la voz de Bowie, sientes el impacto, el sentimiento de asombro de su personaje frustrado con la vida, escapando en su mente tan siquiera por un breve rato. Por no decir otra cosa, esa canción me leyó completamente, algo que no sabía que podía pasar, pero sucedió. Y de ahí, todo se volvió algo loco.
Cómo droga me fuí en picada a la carrera del Davids, y fue una grata sorpresa ver su inmenso catálogo de diferentes géneros, personajes e historias. Un amigo mencionó que David Bowie es cómo el jazz, no puedes decir que no te gusta David en sí, tal vez no te agrado Aladdin Sane pero tal vez ames Low, son completamente diferentes en un mismo artista. Esa es la magia de Bowie. Su carrera reinventó el rock de esa era, rompió cada tabú e hizo lo que quiso sin perder ni un gramo de estilo, de hecho, impuso su propio estilo.
Es algo casi poético que su último álbum, Black Star, fuera lanzado en su cumpleaños y a dos días de su muerte, en un lejano 2016. La misma obra es su canto de cisne, nos advirtió que no tenía mucho tiempo en esta tierra, en uno de sus trabajos más experimentales y emocionales.
Es difícil separar al hombre del arte, pero ¿se puede hacer en primer lugar? No lo sé, eso sería interesante hablar en otro artículo. Pero lo que creo es que nunca hay que caer en la tentación de idealizar a personas, porque al final y al cabo...son personas, la máquina con más errores que existe. Creo que lo mejor que podemos hacer, es ver las cualidades que admiramos de esas personas y tratar de adaptarlas a nuestra manera. Sin una idealización ciega, pero sí una mente abierta para aceptar cualquier tipo de idea que nos haga crecer como personas.
En fin, David Bowie me ayudó, ayuda y seguirá ayudando en disfrutar la vida lo mejor que pueda. Su carrera es el mejor ejemplo de que si uno es fiel a sí mismo, uno vive su mejor vida.
En estos días lo mejor que podemos hacer es perdernos un rato en la música de David Bowie.
He told me
Let the children lose it
Let the children use it
Let all the children boogie.